“Cervecero solo en su casa” la columna de Anthony Córdova
“Muchos dicen que Manuel Barreto quiso ‘jugar play station’ con un equipo histórico, pero lo cierto es que se quedó en tiempos de Atari; demostró su total incapacidad”.
Cristal jugó un pésimo partido en Ecuador. Catastrófico, vergonzoso, terrible. Quizá fue tan doloroso como aquella vez, en 2017 –era Chemo del Solar-, cuando los celestes se convirtieron en el primer equipo peruano en toda la historia en haber sido goleado 3 veces en una sola edición. En esa ocasión, los hinchas los recibieron con insultos en el aeropuerto, y el asistente técnico en ese entonces es el actual piloto del avión a punto de estrellarse, Manuel Barreto.
Antes, Sporting Cristal abría la billetera y compraba a placer, pero desde la salida de Backus, el equipo cervecero prioriza promover jugadores y luego venderlos. Sin embargo, la goleada 4 a 0 recibida por Barcelona no tiene ningún tipo de excusa. Barreto quiso probar un nuevo sistema táctico en plena Libertadores, eso es inadmisible, inaudito, imperdonable, de novel. Muchos dicen que él quiso “jugar play station” con un equipo histórico, pero lo cierto es que se quedó en tiempos de Atari; demostró su total incapacidad. Igualmente, los jugadores estuvieron en el campo sin reacción, sin alma, sin rebeldía y sin amor propio. Esta parafernalia fue el detonante para el desastre.
En el partido del domingo, frente a Cuzco FC, se vieron carteles en contra de Barreto, pidiendo su salida, y hasta una tumba con su nombre. Luego, al término del encuentro, se escucharon cánticos: “Barreto ya se va, ya se va” y, también, le recordaron -diciéndole “gallina”- su pasado crema. No obstante, no sé qué sentido tiene recordarle que fue parte de Universitario, si muchas veces se apropiaron de jugadores que estuvieron en la U, tales como Toto Terry, Héctor Chumpitaz, Percy Rojas, Juan Carlos Oblitas, Chemo del Solar, entre otros.
Presagio que Cristal se va a sostener, se va a recuperar, aquí le alcanza. A nivel internacional seguirá teniendo una gran deuda o, al menos, que no pase vergüenza.